miércoles, 22 de enero de 2014

¿CUÁNTO GANA TU PAPA?


Pues nada, ahí estaba yo ayer en pleno proceso de preacostarme, ante la tele viendo uno de esos programas de callejeros pajeros, calagurritanos por el mundo o uno de esos, y volvió a llamarme la atención un detalle en el que ya había caído antes:
¿Os habéis fijado en esa manía obsesiva de los españoles por saber cuánto ganan los demás? ¿por conocer el valor de las casas en que vive la peña? ¿a qué se dedica la gente? (como medio de aproximarse más o menos a un sueldo). 
Son preguntas repetitivas en este tipo de programas. Y si la hacen es por la curiosidad del periodista pero sobre todo porque tiene comprobado que es un dato que a los espectadores les interesa. Es algo que llama mucho la atención de nosotros a muchos extranjeros, Para otras nacionalidades ese tipo de información forma parte de la intimidad y no es de buen tono preguntar o manifestar ese interés.

Me recordó al chiste de Mafalda en el que está Manolito quejándose de lo mal que le va en el almacén a su padre y de lo poco que vende y entonces dice Susanita deduciendo de sus comentarios -¿Entonces mi papá gana más que el tuyo? - Y responde cortante Manolito -¡Ja!


Somos así. Nos puede la envidia. Necesitamos saber..


Necesitamos saber qué tal les va a los demás (sobre entendemos que irle bien o mal es irle bien o mal económicamente) porque en el fondo nos gustaría saber que a los que nos rodean les va en ese sentido peor que a nosotros y envidiamos malsanamente al que gana más.


Como el objeto de este blog es reírme de las cosas ridículas no entraré en pensamientos demasiado profundos sobre la relación entre lo que se gana y lo que se gasta, lo que ya tienes pagado, en qué te lo gastas, lo feliz que se puede ser sin gastar mucho, etc.


Molaría que nos dejáramos de diplomacias y sutilezas y fuéramos de cara siempre en esto. Como solo saben ir de cara los padres viejunos al entrevistarse con quien puede ser su futuro yerno:


- ¿Y tú a que te dedicas? ¿Cuanto ganas al mes?.


Molaría que la peña al presentarse mutuamente fuera así de directa:


- Hola Miguel. Mira te presento a Carmen. Es reponedora en Alimerka. Gana 960 limpios en doce pagas. Tiene una hipoteca de 345. El coche es de segunda mano. Un Fiat Punto.

- ¿Que tal Carmen? Encantado. Yo soy Luis. Mua, mua.. comercial de calcetines. Los meses buenos 1300 y los malos 600. Vivo de alquiler. Dos sueldos en casa. Mi mujer Clara, está en una cadena de una galletera y gana 890. 

Ganaríamos tiempo en nuestros procesos mentales de etiquetado y evitaríamos errores fatales que a veces causan las apariencias. 


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